Por: Alejandra Jiménez García
El creciente desarrollo tecnológico ha impactado de tal manera, que ha causado serios conflictos en las relaciones interpersonales. El teléfono celular ha cambiado por completo nuestro estilo de vida y en la actualidad sus características lo hacen único y dejan de lado su primer propósito, el cual era acortar las distancias de comunicación entre los usuarios.
¿Qué pasa si olvidas tu teléfono en casa, si te lo roban, si lo pierdes, si se descompone, si te quedas sin datos o si te lo quitan como castigo en casa o en la escuela?
Son tantos los problemas que provoca el uso excesivo de los dispositivos móviles, que muchos tendrían o tendríamos que considerar que padecemos “nomofobia”: adicción al celular. El hecho de tener la posibilidad de estar conectados en todo momento también nos hace más vulnerables a otro tipo de peligros.
Habrá quienes digan que no, que lo utilizan solo lo necesario, para el trabajo, para emergencias o para temas escolares. Pero la realidad es que, hoy, pasamos gran parte de nuestra vida a través de la pantalla de un dispositivo móvil. Adolescentes y jóvenes son quienes padecen la mayor dependencia, aunque estudios indican que hay otros sectores de la población que sufren este problema. La distracción que puede causar afectaría negativamente nuestra vida, tanto para adolescentes como adultos, porque nuestras prioridades se pueden confundir y el rendimiento en la escuela o en el trabajo disminuirá.
Haciendo referencia al uso del celular en lugares públicos, es lo más común, familias en un restaurante, sin interactuar, todos con celular en mano. En el elevador, escaleras eléctricas, salas de espera, gimnasio, transporte público, filas del súper, al caminar en la calle, en las fiestas, antes de dormir, al despertar, en el baño, en fin, en todos lados, la imagen es la misma.
El teléfono no nos deja interactuar y nos ha alejado de la realidad. En promedio, una persona ve su celular unas 150 veces al día. Las generaciones adultas aprendimos a manejar las nuevas tecnologías poco a poco, pero los jóvenes que nacieron en la era de la internet, celular y redes sociales, los llamados “nativos digitales”, dependen de ellas para interactuar y comunicarse. Estudios recientes señalan que el 50 por ciento de los adolescentes y jóvenes en el mundo, tiene adicción al teléfono celular.
La ONG Common Sense Media realizó una investigación con mil 250 jóvenes entre 12 y 18 años, entrevistó también a sus padres. El 50 por ciento de los adolescentes aceptó padecer “nomofobia”. El 66 por ciento de los papás reconoció que sus hijos pasaban demasiado tiempo con su dispositivo móvil y no había forma de evitarlo.
Ocho de cada 10 jóvenes admitieron que revisaban sus notificaciones en el teléfono por lo menos cada 15 minutos y el 72 por ciento dijo tener la necesidad de responder casi de inmediato a los mensajes recibidos en redes sociales.
Para los adolescentes y jóvenes, la falta del smartphone manifiesta soledad, enojo y ansiedad. La mitad de ellos, señalaron sentirse ansiosos si no tienen teléfono. Las mujeres lo padecen más, según el estudio. El IMSS ha señalado que la “nomofobia” -trastorno psiquiátrico de adicción al teléfono celular- puede generar insomnio, depresión y ansiedad, malestares en articulaciones, ojos, huesos y oídos. Además del bajo rendimiento escolar y baja de productividad laboral de un empleado.
Otro estudio, de Forbes, reveló que México es uno de los países con mayores problemas en el uso de celular en salones de clase. Casi el 30 por ciento de los estudiantes lo utiliza en horarios de clase. Por lo que hay que reconocer a las escuelas en las que se prohíbe usar el celular al interior de las instalaciones.
El tema no es menor, el ejemplo lo debemos poner los adultos. De por sí, el riesgo al que están expuestos adolescentes y adultos en las redes sociales es alto. En una época donde la mayoría de las personas cuenta con un móvil depende de cada quien decidir si es necesario tenerlo o no, tanto para llevar más orden en nuestra vida como para pasar un buen rato jugando, pero al ver que son muchos los que lo usan, tal vez el efecto sea más positivo que negativo.