Poetas, músicos y todo tipo de artistas han tratado el tema del beso de amor de un sinfín de maneras, y muchas con gran éxito, por cierto. En este artículo también hablaremos de este contacto personal y hasta íntimo que los seres humanos desarrollamos de manera instintiva, pero lo haremos a partir de lo que la ciencia dice. ¿Me acompañas?
Primeramente, hay que distinguir dos clases de besos:
1. Los besos de uso y aceptación social en mejillas y manos
Casi en todas las culturas se reconocen y se aceptan como demostraciones de respeto, amistad o simple saludo.
2. Los besos de amor que se dan en los labios
Y que son propios de quienes se aman y tienen una relación más profunda. De este tipo de besos justamente vamos a platicar a continuación.
Cuando dos personas se aman, se besan; de hecho, casi toda relación amorosa inicia con un beso. Cuando dos personas se enamoran, de manera natural y casi instintiva buscan besarse, y ante la proximidad de los labios entre los miembros de la pareja los ojos mágicamente se cierran.
¿Por qué sucede esto?
Psicólogos del Royal Holloway College, de la Universidad de Londres, en Reino Unido analizaron diversas experiencias sensoriales y táctiles, en las que, al cerrar los ojos, el cerebro puede concentrarse mucho mejor. Cuando se trata de recibir información por medio del tacto, es más complicado si hay estímulos visuales al mismo tiempo.
Las psicólogas Sandra Murphy y Polly Dalton publicaron los resultados de sus pruebas en la revista de psicología experimental, Percepción humana y rendimiento, de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), en la que presentan como conclusión que somos menos sensibles al tacto cuando nuestros sentidos trabajan más, y cuando besamos en la boca también estamos realizando otras tareas, por cierto, muy placenteras y los ojos se cierran para poder enfocarnos más que en ningún otro.
En palabras sencillas: a más estímulo visual, menos sensibilidad táctil.
Ahora, ¿para qué nos sirve esta información?
Para que la próxima vez que demos un beso, lo hagamos tranquilamente y con los ojos cerrados para disfrutar más de la experiencia. Aunque claro, hay más que podemos hacer con la mirada velada:
1. Cierra los ojos
A diario realiza alguno de los siguientes ejercicios, porque te ayudarán a descubrir todo un mundo nuevo y mejorarán tu salud mental; el sentido de hacerlos está relacionado con evitar la degeneración cerebral y enfermedades relacionadas.
2. Desarrolla otros sentidos
Comienza con tareas sencillas como descansar, cerrar los ojos y no sólo escuchar música; busca, por ejemplo, un audiolibro, pero ¡no te duermas!
Si tocas un instrumento, trata de hacerlo con los ojos cerrados. Al sentarte a comer, cierra tus ojos y disfruta los sabores, descúbrelos y busca distinguir los diferentes elementos utilizados en su preparación.
En el gimnasio también puedes cerrar los ojos y enfocarte en el músculo que desarrollas, en los resultados que tendrás y siente dónde surge tu fuerza.
Una gran tarea más con los ojos cerrados es orar o reflexionar, y la idea de hacerlo de esa manera tiene que ver con lo mismo, enfocar toda tu atención en otros sentidos, y sobre todo en tu espíritu.
3. Quítate los zapatos
Los niños, como los adultos de cualquier edad, debemos de caminar descalzos más tiempo, pues no sólo nos beneficia a nivel muscular u óseo, también la piel se ve sumamente beneficiada y la experiencia sensorial es rica en experiencias.
Si tienes niños, ¡quítales los zapatos!
4. ¡A tocar más piel!
Tocar a nuestros hijos, a nuestra pareja y acariciarnos es una de las experiencias que más desarrolla conexiones sensoriales y fortalece las emociones y el amor entre familia. Así que cada vez que puedas, toca a la gente, da una palmadita a quien lo necesite y a tus seres amados
Pero sobre todas las cosas, bésalos, bésalos mucho.
Emma E. Sánchez
Fuente FAMILIAS.COM